De esas veces que estas muy tranquilamente sentada afuera de tu casa a las 12 de la noche y te dice tu esposo que si quieres ir a vera a Manu Chao a Phoenix ¡pero ya!, y una que es bien risueña obviamente no puede dejar abajo al compañero de cama.
Por X o Y no nos fuimos a esa hora, pero el miércoles no muy temprano agarramos camino en el carro del Caleb, amigo de mi hombre y llegamos justo a tiempo.
Yo pensé que me iba a encontrar con un mundo de gente y solo podría ver a Manu Chao como un punto lejano, pero no, había la suficiente gente para sentir el ambiente de concierto y caminar sin empujones ni golpes y llegar casi al frente.