Me puse a recolectar todas las bolsas de dulces de la Camila que tenía escondidas para tenerlos en un solo lugar, y cuando vi el bote con todo junto me sorprendí al ver tanta cantidad de azúcar destinada a mi hija; y es que yo no le doy toda la bolsa de las piñatas para que se las coma, se la administro lo más que puedo, porque tengo una guerra contra el ingreso de los endulzantes en el mundo de la Camila.
Algunas de estas paletas y chiclosos son desde el día de brujas, osea que tienen poco más de 4 meses esperando ser encontrados por las manos curiosas de mi hija, pero la mayoría se los regalaron en piñatas, lo que me hizo recordar la mortificación que tenía yo en su cumpleaños #2 para ofrecer una buena y llenadora bolsa de dulces, pero ahora me doy cuenta que es un gasto que no vale la pena por:
1.- Probablemente los niños al 4to dulce ya no van a estar disfrutando, solo estarán devorando el azúcar sin distinción.
2.- Los papás que cuidan la alimentación de sus hijos tendrán más berrinches para aguantar porque no les van a dar a sus hijos todos los dulces que tienen.
Así que decidí que en el próximo cumpleaños de la Camila entregaré una bolsa más cuidada y con algo más práctico y de utilidad para los pequeños invitados, como algún librito de colorear, colores, o hasta burbujas, como en una piñata a la que fui a tomar fotos en la que entregaron una libreta y pintura con un diseño ¡súper lindo!
El alto consumo de azúcar en niños se debe a muchos factores, uno de ellos es el social, porque es lo más fácil para dar en las reuniones y porque si, nos encanta ver su carita de felicidad ante tal tesoro escondido en bolsas de personajes infantiles, pero podemos cambiar esta idea y en vez de tener 20 dulces distintos, entregar 3 y algo que además ayude al desarrollo de su imaginación y no su obesidad.
Nota. Soy una adicta al azúcar (y hago todo por dejarla) y por eso no quiero que la Camila también lo sea 🙁