Tener a una niña en casa hace que mis días se llenen de alegría, gritos, besos y abrazos. ¡Es hermoso! Pero también me topo con más de 2 formas de hacer las cosas, temperamentos, experiencias, emociones, responsabilidades, obligaciones y tanta combinación a veces me hace sentir muy confundida, casi bipolar.
No le quiero quitar seriedad o importancia al término que es referencia una enfermedad grave y seria, pero es que les juro que nunca me había sentido tan loca. Es impresionante como puedo pasar de sentirme super contenta con la Camila y luego con unas ganas enormes de salir corriendo por la puerta y largarme leeejos leeejos.
A veces me levanto sin ganas de tener que pensar en las necesidades de alguien más, porque apenas y puedo ver por las mías y no, no me gusta ver la maternidad como víctima, no me la paso sufriendo y no creo que nos pase nomas a las mujeres, pero solo puedo hablar por lo que yo siento y escucho.
De las cosas que más me chocan de ser mamá es que no se si las situaciones por las que atravieso son normales: lo que hago o como me siento. No tener referencias está muy cabrón, para empezar todas estamos en circunstancias completamente distintas y no es muy fácil sentarse a platicar de la culpabilidad, arrepentimientos y todo ese revoltijos de cosas que pasan por nuestra cabeza con otras mamás sin sentirse como mala persona.
Es difícil externar los sentimientos negativos, porque eso nos convierte en las mamás malas que alguna vez criticamos, pero al aceptar los retos y los contras, nos hacemos más fuerte y formamos una comunidad más saludable y libres de juicios, porque reconocernos en los demás nos hace sentir menos solas, menos malas y más normales.